viernes, 18 de mayo de 2012

#3 [Te perdí]



Sabes que te conozco desde hace mucho tiempo.
En tu compañía me siento yo misma, con malas y buenas partes.
Siempre te conté todo lo que pasaba por mi cabeza, y tu me escuchabas
sin criticarme. Siempre estabas ahí.
Hiciste muchas cosas bonitas para mi... Sufriste por mi.
Posiblemente, estuviste bien aquel día, fuera llovía y el agua
estaba congelada pero nosotros no dijimos nada porque se estaba
a gusto y era divertido..
Pero... ¿Yo?
Yo fui una idiota, aveces ignoraba todo lo que hacías por mi.
Siempre tuve miedo. Y tu eres el chico más valioso, sensible, 
el más dulce, el que siempre tuvo sentimientos sinceros.
Y yo en vez de retenerte junto a mi, te deje escapar.
Te perdí porque me doy vergüenza, porque tengo miedo, te perdí
porque nunca te preste atención... PORQUE NO TE MEREZCO. Te perdí.
Tu te mereces todo el bien de mundo, aquella persona que te pueda
hacer feliz, feliz y amado...
Tu te mereces todo.

#2 [La soledad]


Odias a todo el mundo. Piensas que son unos inútiles, falsos, mentirosos, indiferentes...
Odias que te miren por la calle al caminar, odias escuchar tu nombre salir de cualquier boca, odias ver como otros pueden ser felices y tu no.
Dime tu... ¿Cómo pretendes ser feliz si no quieres a nadie? ¿Cómo ser feliz si los odias a todos?
No te juzgo, entiéndeme. ¿Qué derecho tengo yo de juzgarte? ¿Qué derecho tienes tu de juzgar a los demás sin conocerlos? Ninguno. Ni tú, ni yo tenemos ese derecho.
Pero a pesar del odio que sientes hacía aquellas personas, odias la soledad.


#1 [La Mujer]

Una leyenda dice que, cuando Dios decidió crear la mujer, vio que había agotado todos los materiales en el hombre y que ya no quedaba nada. Antes y después de un largo rato pensando decidió coger: la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, el movimiento tembloroso de las hojas, la silueta delgada de la palma, el tinte delicado de las flores, la mirada amorosa del ciervo y la alegría de un rayo de sol. Tomo la suavidad de los cisnes, la dureza del diamante, la crueldad de los tigres, el calor del fuego y el frío de la nieve. Él mezclo los ingredientes tan diferentes e hizo la mujer, a lo cual se la dio al hombre.
Después de una semana el hombre va a donde Dios y le dice:
-"Dios, la criatura que me diste me hace infeliz. Me pide toda mi atención, no me deja nunca solo, habla mucho, llora sin motivo alguno, me hace sufrir. Te la devuelvo, no puedo vivir con ella."
-"Bueno".-Contestó Dios.
Después de una semana el hombre vuelve a donde Dios y le dice:
-"Dios, me siento muy solo desde cuando te devolví aquella criatura. Ella cantaba y jugaba junto a mi, ella me miraba con ternura. Su mirada me acariciaba. Ella reía y su risa era como una melodía, ella era hermosa y su caricia era dulce. Señor, te lo suplico. ¡Devuelvemela! No puedo vivir sin ella.